El SALMO 91



El Salmo 91 es el cántico de un hombre fiel al Dios. Es un filón de oración que parece no interrumpirse nunca. Cualquiera que realice con sus manos obras buenas, alaba a Dios con el salterio. Cualquiera que confiese con la boca, canta a Dios. Canta con la boca y salmodia con las obras. Hagas lo que hagas, hazlo con alegría. Si obras con alegría, haces el bien y lo haces bien. En cambio, si obras con tristeza, aunque por medio de ti se haga el bien, no eres tú quien lo hace:  tienes en las manos el salterio, pero no cantas" (Esposizioni sui Salmi, III, Roma 1976, pp. 192-195).
 
SALMO 91.
Yo que habito al amparo del altísimo, diré al señor; Mi amparo mi refugio, mi DIOS en ti yo pongo mi confianza. El me librará del lazo del cazador, y del azote de la desgracia, me cubrirá con sus plumas, y hallaré bajo sus alas un refugio. No temeré los miedos de la noche, ni la flecha disparada de día, ni la peste que avanza en las tinieblas, ni la plaga que azota a pleno sol. Aunque  caigan mil hombres a mí lado izquierdo y diez mil a mí derecha yo estaré fuera de peligro. Su lealtad será mí escudo y armadura, basta que mire con mis ojos, y veré como se le paga al impío. Pero yo digo; Mi amparo es el señor, yo he hecho del altísimo mí asilo, la desgracia no mé alcanzará, ni la plaga no se acercará a mí tienda. Pues a los ángeles les ha ordenado que me escolten en todos mis caminos, en sus manos me habrán de sostener, para que no tropiece en ninguna piedra. Andaré sobre víboras y leones, y pisaré cachorros y dragones, pues a mí se acogió, me librará, me protegerá, pues mi nombre conoció. Si lo invoco; me responderá, me salvará, le rendiré honores y alargará mis días como yo deseo, y hará que pueda ver mi salvación.

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