CÒMO APRECIABAN LA PUREZA LOS MISMOS PAGANOS


De todos son conocidas las espantosas aberraciones del paganismo en punto a la moralidad. Pues bien, aun en el fondo de tal abyección moral brillaba, como fuego fatuo, ante la mirada del pagano, la hermosura graciosa de la pureza; y aun en las épocas de mayor decadencia encontramos a cada paso instituciones que parecen presentir de un modo instintivo y respetar la belleza de la castidad. Aún más  el sollozo lastimero del alma humana que anhela una vida pura, se deja oír justamente con màs vigor en tiempos de la más profunda decadencia. Cuando todo lo engullía la corriente de la inmoralidad, el hombre se esforzaba por salvar siquiera en un islote de la vida las ruinas de la virtud, y concedía privilegios increíbles para fomentar la contienda.

Pitla tenía que permanecer pura hasta la muerte; y lo mismo exigían al sumo sacerdote del culto griego, al hierofante. El viajero que se dirigía a Atenas divisaba ya de lejos el “Partenón”, el templo dedicado especialmente a la virginidad. También Roma levantó una capilla a la diosa de la pureza. Pudicicia; e hizo acuñar monedas con su eficie. Es harto conocido el respeto que tenía Roma a las sacerdotisas que servían a la diosa Vesta y guardaban el fuego sagrado, las Vestales. En las calles, el mismo Cónsul tenía que cederles el paso; y los que le acompañaban tenían que humillar con respeto sus insignias oficiales delante de ellas. Si un condenado a muerte se encontraba con una Vestal, se le indultaba. En cambio, la caída mortal de una Vestal era considerada como una terrible desgracia para el Estado, era castigado con pena de muerte y se ofrecían en tan funesto caso sacrificios expiatorios.


¡Ved ahí, ni siquiera en medio de las grandes aberraciones del paganismo se perdió por completo el aprecio de la pureza! 

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