FOUCHÉ, STEFAN ZWIEG Y LA CARRERA POLÍTICA


stefan zwieg y su obra

Una buena obra para leer y/o releer. Señalamos las distintas frases que FOUCHÉ a través de su autor Zwieg describió para la posteridad, y que las comentamos, para enriquecer la sabiduría de una mejor clase política.

·       Para suscitar admiración hay que hablar casi siempre con el lenguaje positivo de las monedas sonantes.

·       Es mejor sucumbir que pactar.

·       Hay que saber que un gesto feroz y un ademán de terror ahorran casi siempre el terror.

·       El poder no se funda en el terror, sino en la información.

·       La información lo es todo, en la guerra como en la paz, en la política como en la economía.

·       Hay que tener siempre un enorme material de noticias y sólo comunicar lo que se quiere. Hay que ser hermético, impenetrable, algo que nadie pueda alardear.

·       Hay que encontrar siempre un sitio para los talentos.

·       Un cargo es pobre, sino tiene esperanza de ascenso. Un cargo es según quiera el hombre que lo desempeñe.

·       Hay que comprometerse, pero…hay que tener la antipatía a ligarse completamente, de manera irrevocable, a alguien o a algo.

·       El arte de callar, cuando es posible, es la ciencia magistral de ocultarse a sí mismo, la maestría para observar y conocer mejor el corazón humano.

·       Hay que empezar la carrera política, siempre en un escenario

·       Para negociar hay que tender todos los hilos. Parapetarse dentro de los expedientes y documentos y asestar el golpe, inesperado y desapercibido.

·       Por nada hay que gastarse demasiado pronto. Por nada hay que sujetarse antes de tiempo. Por nada hay que ligarse para siempre.

·       No hay que surgir inesperadamente a la luz, no hay que sujetarse demasiado ligeramente; que se inutilicen y que se gasten los demás.

·       Hay que trabajar tenaz y rápidamente, se gana simpatías y hacerlo invisiblemente para protegerse contra toda evidencia.

·       Hay que contemplar primero los escenarios y esperar.

·       Hay que aniquilar los apasionamientos. Empezar la época de los que saben esperar, la de los prudentes. Sólo se decida cuando la batalla se vislumbre ganada.

·       Nunca hay que ser el objeto visible del poder y sujetarlo; sin embargo, por completo, tirar de todos los hilos eludiendo siempre la responsabilidad cuando no la tenga. Colóquese parapetado detrás de una figura principal, empujarla hacia adelante y en cuanto avance, dejarla.

·       Hay que ocultar la verdadera personalidad con múltiples máscaras, hay que ser distinto con quien trata siempre sin que asome un ápice de lo que es.

·       Hay que amarse, pero no tener ansia de gloria, ser un ambicioso sin vanidad, ser la vara del líder, el centro de rey, la corona de emperador.
·       Hay no solamente conocer todo, sino también ceder gustoso el brillo y la dicha dudosa de la falsa popularidad. Tener influencia, ser el que mande y no exponer su persona a hacer el juego emocionante, el juego tremendo de la política.

·       Lo importante es solo una cosa en la política, estar siempre con el vencedor, nunca con el vencido.

·       Cuando no se sepa nada de uno, es porque se trabaja subterráneamente, obstinado, metódico, como el topo.

·       El secreto del veneno, es encerrar la virtud curativa, si se sabe destilar, se estrujen sus fuerzas ocultas.

·       Sepa siempre los acusadores de ayer, serán los acusados de mañana.

·       Cuando luche por el poder o por la vida, es cuando desarrollará más sus fuerzas asombrosas.

·       Hay que evitar exponerse, prefiera evitar la responsabilidad cuando no la tenga. La maestría de la política no es el ascenso ampuloso y arrebatador sino susurrar y de esconderse detrás de otro.

·       El arte de todas las artes políticas; la de retirarse a tiempo.

·       Todo político creador, importante, sabe que necesita temporalmente un aislamiento para medir desde la profundidad de la desesperación, desde la lejanía del destierro, el horizonte y la altura de su verdadera misión.

·       Nada hay más propicio para una carrera política que si interrupción temporal. El que ve el mundo siempre desde arriba, desde la altura de la torre de marfil del Poder, no conoce otra cosa que la sonrisa de sus subordinados y su peligrosa complacencia. El que siempre sostiene en las manos la medida, olvida su verdadero valor. Nada debilita tanto al artista, al general, al hombre de Poder, como el éxito permanente a voluntad y deseo. En el fracaso es donde se conoce el artista, su verdadera relación con la obra; en la derrota, el general, sus faltas, y en la pérdida del favor, el hombre de Estado, la verdadera perspectiva política. Nunca es el destierro para el verdadero fuerte, una mengua: es siempre un tamaño de su fuerza.

·       Nunca descubra sus secretos, sino cuando le parece ventajoso descubrirlos.

·       Hay que saber conocer el más alto secreto del poder, en disfrutar su posición secretamente, y utilizarlo con tacto económico.

·       No se decida nunca hasta estar seguro de la victoria.

·       Hay que dominar y no hay que dejarse llevar por simpatías de una ni de otra persona, ni por pequeños como un juramento, sino permanecer quieto, aguardar, estar sobre aviso hasta que llegue la decisión que espera.

·       Las obras grandes y útiles unen casi siempre a los hombres: el criado ha encontrado a su amo y el amo a su criado.

·       Hay que ser fiel en el éxito, infiel en el fracaso.

·       Quién disfrutó una vez el placer embriagador de dominar y mandar, no puede ya renunciar a él.

·       No ser jamás servidor de nada ni de nadie, y mucho menos lacayo. Jamás hay que sacrificar enteramente la independencia, la voluntad a una causa ajena.

·       Nunca pueden soportar la libertad las almas subalternas. Instintivamente huyen de ella siempre para refugiarse en una nueva esclavitud.

·       Un gran ejemplo hunde o levanta siempre a toda una generación.

·       Hay que saber negociar, regatear, prometer para engañar.

·       El que llega tarde a la política, pierde la ocasión.

·       En el ascenso político hay que conseguirlo todo, porque si cae, se vuelve el destino en contra.

·       Subir mil peldaños con habilidad, paciencia y flexibilidad, y un solo traspiés innecesario y torpe hace caer estúpidamente al abismo.

·       Los reyes no quieren bien a las personas que las vieron en un momento de debilidad, y las naturalezas despóticas no gustan de los consejeros que hayan demostrado aunque sea una sola vez, ser más sabios que ellos.

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