EL PRISIONERO
Hay
momentos en que somos rehenes de nosotros mismos, de nuestros hábitos, de
nuestro ambiente, de lo que nos ata, de nuestra situación económica, de nuestros
vicios (drogas, alcohol, cigarros), de la ignorancia, de los prejuicios, de
nuestros sentimientos y emociones.
Cómo
liberarse de todo eso, cómo lograr el picaporte que llevamos en nuestro
interior y utilizarlo plenamente, con seguridad. Cómo no ser dependientes de la
imaginación, del espíritu, del tiempo, del ambiente.
Cómo
superar la inmovilidad que nos aprisiona negándonos la libertad añorada. Cómo superar
la falta de preparación académica y la subcultura derrotista y desmoralizada que
nos invade.
Nuestra
libertad la alcanzaremos utilizando el valor del libre albedrío como la
capacidad de elegir eficazmente. Actualizándolo y activándolo poco a poco hasta
lograr la liberación o libertad asediada. Debemos ejercerlo con integridad, escribiendo
nuestra propia historia y ser señores de nosotros mismos.
Nuestra
prisión no hace vulnerables y pusilánimes, perdemos la verdadera libertad de
saber elegir, de dirigirnos y educarnos. Clasifiquemos el bien del mal en
nuestras vidas, para ser o depender.
Nuestra
voluntad está hacia adentro no hacia afuera.
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