LA HIGIENE EN EL OFERTORIO Y LA COMUNIÓN
El establecimiento de la limpieza espiritual y corporal
(manos), en el ofertorio que el sacerdote ofrece las especies eucarísticas (pan
y vino), es un rito que forma parte de una misa.
La oración que el ministro de
la iglesia dice en latín es: Da, Domine,
virtutem manibus meis ad abstergendam omnem maculam; ut sine pollutione mentis
et corporis valeam tibi servire. Amen.
Purifica, señor, de toda mancha mis manos con tu virtud,
para que pueda yo servirte con limpieza de cuerpo y alma. Amen
La costumbre de que los laicos
distribuyan la comunión no es actual, Es en 1972, cuando Pablo VI estableció que los
“acólitos instituidos”, que pueden ser laicos, fueran ministros
extraordinarios, pero permanentes, de este ministerio de la comunión.
Finalmente, en el año 1.973, la Congregación de los Sacramentos establece los
motivos y modalidades de la distribución de la Comunión por laicos, así como la
repetición de la Comunión en el mismo día, la mitigación del ayuno y la
Comunión recibida en la mano. Hace cuatro o cinco años, que en Roma se
calculaban en unos 800 los ministros extraordinarios de la Comunión
oficialmente nombrados como tales, de los cuales unos 200 eran laicos y el
resto religiosos.
La Iglesia Católica debe
hoy en tiempos de enfermedades infecciosas virales, instituir en los llamados
laicos, también la sana costumbre de que antes de que impartan la comunión, ya
sea bucal o en la mano, lavarse las manos como lo hace el ministro del culto y
recitar la oración correspondiente. Costumbre que daría más confianza en quién
recibe el sacramento de la comunión.
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