ENTENDER LO QUE SE LEE, ES UN ARTE PROVECHOSO
Muchos son los que
leen, pero sin provecho; aún más quizá con grave daño de su propia formación. La
lectura sólo es provechosa si se cumplen estas dos condiciones: que se entienda
lo que se lee y que se graven muchas cosas en la memoria.
Lee, pues, despacio y
meditando. El aguacero no sirve mucho a las mieses; tampoco la lectura rápida
fomenta la cultura.
No puede aprobarse
aquella manera de leer con furia. Si a las manos llega un libro interesante, se
deja todo.
El que mucho lee, pero
no reflexiona sobra la materia leída, llena su memoria, pero de trastos
inútiles; su cabeza será como una biblioteca cuyo catálogo se ha perdido; nunca
podrá ir con sus propios pues pies, sino que le amonestará la corriente del
vulgo indacto. Y esto acontece no sólo al tratarse de los tesoros de la
ciencias, sino también en lo que se refiere a nuestros sentimientos más santos.
Leer meditando. El que
lee sin pensar y sin contrastar las afirmaciones de los libros ni pasarlos por
el tamiz de la propia convicción, no se sorprenda de su vestidura espiritual es
muy abigarrada: dará la impresión de un hombre que hubiese comprado su traje a
un ropavejero: pantalón rojo, zapato amarillo, smoking, chaleco de frac,
corbata verde, camisa rayada… ¡una birria! Mons. Tóth.
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