LA SANACIÒN ESPÌRITUAL
Cuál es la cosa más necesaria para
una sanación espiritual?
Un arrepentimiento sincero y una
voluntad firme de querer enmendar los errores.
El que desea recoger copiosas
mieses, antes de todo, ha de quitar todas las piedras, ha de extirpar las raíces
de las malas hierbas y espinas, y después ha de sembrar en la tierra la semilla
buena en su camino; es decir ha de pulir y elevar hacia lo más alto sus
pensamientos.
La sanación espiritual viene a ser
una extirpación de malas hierbas y una siembra de buen grano.
Para ello, será fortalecer el carácter,
firmar con sinceridad y con conocimiento pleno.
No en vano aconseja ya el sabio de
la antigüedad: Conócete a ti mismo. Este conocimiento propio, esta mirada
seria, penetrante, en nuestro propio espíritu, es tan importante como difícil,
y acaso desagradable… y lo es, principalmente, en la juventud. El que desconoce
el estado de su propio espíritu, ¿Cómo podrá esperar adelanto?
Todo factor que descubre claramente
el fin del hombre es valioso medio educativo. Pues bien; el fin sublime de la
vida humana nunca se presenta con luz màs viva a nuestro espíritu que en el
examen de conciencia preparatorio para la sanación espiritual, ya que en ella
nos damos cuenta más cabal de nuestro fin, es decir el error. En la losa
sepulcral del hombre que se halla sanado no podrá inscribirse la frase que
Albano Stolz recomendó, a guisa de inscripción sepulcral, para muchos de
nuestros contemporáneos: “Hier ruhtèin Mensch nicht wusste, wozu er lebte” Aquì
descansa un hombre que no supo por qué vivió.
San Agustín decía: “quiero
mencionar-escribe-todos los horrores que he cometido…No porque encuentre
complacencia en ellos, sino por quererme y querer a mi creador…Quiero pagar con
mi corazón por tu amor. “Vitia sua confiteri, sanitatis indicium est” Confesar
los propios vicios es inicio de salud” Mons. Toth.
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