LA DIVISIÓN DE PODERES



El artículo 49 constitucional define que el Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Y que no se podrán reunirse dos o más de estos Poderes en una sola persona o corporación, ni depositarse el legislativo en un solo individuo; salvo el caso de facultades extraordinarias al Ejecutivo de la Nación.

México está dejando la transición a la democracia; tiene ya la experiencia democrática de: derecha-centro y hoy de “izquierda”. Y está entrando a la división real de poderes como la marca su carta magna.

El sistema presidencial en México prevalece y con ello su fortaleza y debilidades.

El sistema político mexicano está adentrándose en un grande paradigma; la de confrontarse con el presidente y asistirlo para que se evite la dictadura.

Montesquieu en su libro Del espíritu de las Leyes decía que en una teoría sociológica del gobierno y del derecho mostrando que la estructura de ambos depende de las condiciones en la que vive cada pueblo en consecuencia, para crear un sistema político estable había que tener en cuenta el desarrollo económico del país, sus costumbres y tradiciones e incluso los determinantes geográficos y climáticos.  

El origen de la división de los Poderes se remonta al Siglo XVIII cuando el ilustre Marqués de Montesquieu establece la división como una necesidad ante el abuso de los monarcas autoritarios y hacer posible la libertad.

Aristóteles, Cicerón y Polibio hablaban de un método de gobierno que, sin dejar de conducir a los pueblos, tuviera los necesarios miramientos con su libertad y sus derechos y Locke y Montesquieu, así como otros pensadores propusieron sus fórmulas para alcanzar estos propósitos.

Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.) escribió “si en una sociedad no se reparten equitativamente los derechos, los cargos y las obligaciones de tal manera que los magistrados tengan bastante poder, los grandes bastantes autoridades y el pueblo bastantes libertades, no puede esperarse permanencia en el orden establecido”.

La división de Poderes en México debe acatar la autonomía que debe tener uno con respecto al otro y unirse para obtener los mejores resultados para los gobernados.
El discurso político presidencial se guía en la intromisión del resto de los poderes y esto no puede ser así ya.

La constitucionalidad debe prevalecer y con ella sus principios y no caer jamás en ello en la dictadura o en el presidencialismo a ultranza.


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