FRASES PARA LA VIDA
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Sepamos trabajar, pero sepamos también
descansar.
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Las personas que se creen importantes no
saben ver, oír, ni comprender.
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Dejemos el manoteo indiscreto, la voz engolada,
la conversación afectada. Seamos siempre
nosotros mismos, fieles a nuestra auténtica manera de ser.
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Quien no sabe saludar, no sabe
relacionarse.
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Seamos hombres terriblemente afirmativos,
en cuanto que aceptamos con voluntad débil lo que la razón y la conciencia nos
dice que deberíamos rehusar.
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Cuando se lucha, se triunfa.
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Cuando se sabe negar uno mismo, a sus
instintos y pasiones, se deja de ser esclavo para reconquistar la propia
libertad.
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La humildad es la fortaleza de los
espíritus grandes, el orgullo falso, la debilidad de los mediocres.
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Los puntuales siempre vivirán quejándose
de los impuntuales. Como los impuntuales siempre se molestaran con los
puntuales.
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No hay que ser optimista ni pesimista;
sino realista en el buen sentido de la palabra.
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No basta vivir en este siglo, sino hacer
el siglo en que vivimos tal como lo deseamos.
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Hay viejos que espiritualmente se
conservan jóvenes y, estos son en verdad los experimentados. Aquellos que, a
pesar de los años, mantienen la agilidad de la mente y el arraigo de la
voluntad. Pero el quejumbroso, el amargado, el que a todo le pone “peros”, ese
puede ser todo lo que quiera, menos un hombre con experiencia.
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El hombre por definición es perfectible. Siempre
hay un peldaño más arriba por ascender en una escala que desconoce el término.
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El ignorante o el perverso llevan a
cuestas una vida vegetativa o una vida animal, nunca una vida auténticamente
humana.
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Las sombras en la inteligencia o el
corazón dejan del hombre la apariencia y la máscara.
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Quien en verdad se empeña en ser más como
consecuencia tiene más. En cuanto que el hombre con mayor luz en su mente y
mayor fuerza en su libertad se encuentra potenciado para tener más. En cambio,
quien sólo se preocupa por poseer objetos sin poseerse a sí mismo, acaba por perderse a sí mismo y por perder
todo lo demás.
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Progreso que deshumaniza es retroceso. Progreso
que no hace al hombre más culto, más libre, más justo, más hombre personal y
más hombre social, no es sino regresión a la edad de piedra.
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Ser dueño de uno mismo vale más que ser
dueño de millones. Importa más la felicidad, el encuentro con la interioridad
de la persona, que el encuentro con la exterioridad de las cosas.
Joaquín
A. Peñaloza, 1970.
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