LA HUMANIDAD Y EL FETICHISMO
Antecedente histórico
Los
portugueses del siglo XV, primeros en navegar a lo largo de la costa occidental
de África, dieron el nombre de FEITICIOS, y que era idéntico al de la voz castellana
hechizo, a diversos objetos que los indígenas de aquellas nuevas tierras tenían
en gran veneración y a los que se atribuían singulares poderes mágicos.
El
fetichismo no es ninguna religión, sino pura magia, hechicería. La Real
Academia de la Lengua define la palabra fetiche como “cada uno de los ídolos u
objeto de culto supersticioso en tierra de negros.
El
espíritu o fuerza personal, que reside en el hechizo, tiene las mismas
cualidades que la persona que lo imagina.
El
hechizo o fetiche, es pues, el portador de fuerzas mágicas y puede ser objeto
(piedras, cuernos, ganas, pellejos de animales, ídolos, collares, pulseras,
etc.), se le atribuyen fuerzas sobrenaturales o mágicas, o se le considera sede
de algún espíritu. Según sus diversos cometidos, los hechizos o fetiches pueden
clasificarse en cuatro grupos:
1.
Fetiches
protectores. Son aquellos que están animados de fuerzas mágicas eminentemente
defensivas, protectoras, preservadoras, facilitadoras de poder y de felicidad,
etc.; es decir, sirven para conjurar el mal en todas sus formas y atraer el
bien en todos sus aspectos, amuletos, talismanes y tatuajes.
2.
Fetiches
familiares. Son objetos e ídolos que pertenecieron a los antepasados, o partes
del cuerpo de los mismos, que unen el pasado al presente, el mundo visibles al
invisible, y a las cuales se les atribuye el poder de conservar y prolongar la
familia y la tribu. En algunos pueblos, los cráneos, ya sean de parientes o
extraños, se guardan y veneran con objeto de tener muy cerca la mayor cantidad
posible de las fuerzas mágicas protectoras que se alojan en los muertos.
3.
Fetiches
vengadores. Son los objetos y fórmulas destinadas a causar mal o a provocar maleficios
contra enemigos, generalmente para vengar una ofensa o daño recibido. Conjuros de aojamiento y las muñecas, dibujos
o fotografías que representan a la persona odiada, que se atraviesan con
alfileres creyendo que así dicha persona sufrirá el mismo mal que se causa a lo
que representa.
4.
Fetiches de los
genios de la naturaleza. Son los ídolos y lugares en que se cree está
localizada, por ejemplo, la fuerza productiva de la tierra, el mar, los
vientos, las aguas, etc. El fetiche no es adorado o reverenciado como tal, en
cuanto a metal, figura, árbol, animal, montaña, etc., no tiene valor si no es
encantado por el hechizo o siguiendo determinados rituales y fórmulas mágicas.
Origen y significado de los amuletos
El amuleto es un fetiche protector o preservativo de
males, sortilegios, enfermedades, accidentes, etc., puede tener cualquier forma
y comúnmente se lleva encima, para que su eficacia mágica sea mayor. La palabra
amuleto parece venir del latín AMULETUM voz derivada de AMALIRI, que significa,
en el bajo latín APORTAR. Sin embargo, algunos eruditos opinan que es de origen
semítico, emparentada con el vocablo árabe JAMELET, “lo que es llevado”, “colgante”,
de JAMALA “llevar”. Plinio fue el primero en usar la palabra latina AMULETUM.
El origen y significado de los amuletos hay que buscarlo en los tiempos más
remotos de la vida de la humanidad, en la prehistoria de los pueblos.
La humanidad, asustada por los fenómenos naturales
que se producían en torno suyo, cuyas causas no comprendía, tuvo que buscar
algo que la protegiera de tanta adversidad y peligro, algo que le diera valor
para superar el miedo y pavor que experimentaba por los desastres y cosas
extraordinarias que contemplaba a diario. La enfermedad y la muerte
principalmente, sin olvidar las erupciones volcánicas, los terremotos, los
diluvios, las tormentas eléctricas, los grandes monstruos con los que habría de
enfrentar para sobrevivir, etc. Con el tiempo, nada más fácil que atribuir
tales hechos a espíritus malignos o hechos sobrenaturales que habitaban o sucedían
en la entrañas de la tierra o del mar o que, gracias a su invisibilidad
rondaban alrededor de campamentos y personas, así buscar cualquier objeto
mágico para llevar encima como protector de los males que causaban dichos
espíritus, demonios o genios. De esta manera nació el amuleto, el fetiche
protector.
Los amuletos prehistóricos que se han encontrado en
las excavaciones arqueológicas que son de piedra, arcilla, hueso, cuerno,
metal, madera, etc., y que se ofrecen los más variadas formas y tamaños.
Posteriormente, a medida que la humanidad fue adquiriendo conocimientos agrupándose
en comunidades, formando pueblos y levantando ciudades e imperios, los amuletos
se hicieron más complejos, empleándose en su confección piedras preciosos, oro,
plata, partes de animales, de seres humanos, de plantas mágicas, etc.
La humanidad descubrió entonces y quizá antes, que
ciertas piedras preciosas poseían propiedades ópticas, magnéticas y térmicas,
electrización por tratamiento, etc., y estas propiedades, aplicadas a ciertas
enfermedades, posición de devolverle la salud (amuleto medicinal o curativo),
mientras que otras parecían preservarle de peligros o alejaban a los malos
espíritus (amuletos protectores). No pudiendo explicarse estos y otros
fenómenos de las piedras, les atribuía vanas virtudes y poderes, que
contrastaban los fenómenos de la naturaleza que le eran adversos. Dichas
virtudes se suponía que eran debidos a la presencia de algún espíritu o dios
enemigo de los que causaban daño o malestar. Del mismo modo, más tarde comparó
el brillo de las piedras preciosas ofrecían con los astros y creyó encontrar
relación entre unas y otros. Por otro laso, para aumentar el poder mágico
inherente a determinadas piedras u otros objetos, algunos pueblos tuvieron la
idea de grabar en ellas símbolos sagrados, o conjuntarlas con determinadas
fórmulas, para que el fetiche fuera más efectivo. Así la hechicería tomó un
auge especial. Esta costumbre parece que nació en las tierras de Mesopotamia o
Caldea (sumarios, babilonios, acadios, asinios…) y en Egipto. Pronto surgió la
ciencia o el arte de preparar amuletos y se fabricaban no solo para preservar
de cualquier peligro y circunstancias adversas, sino también para lograr valor
y la audacia /amuleto guerrero), para triunfar en los negocios y obtener
riquezas (amuleto de la suerte o fortuna, aunque en este caso se ha de
considerar más talismán que amuleto), para conseguir el amor o felicidad
(amuleto amoroso, etc.).
Casi todos los pequeños objetos naturales, piedras,
metales, flores, huesos, conchas, plumas, etc., se convirtieron en fetiches,
protectores en amuletos de todo tipo y condición, incluso entre los pueblos de
loas más apartados rincones de la tierra. Más tarde, con el esplendor de las
primeras civilizaciones, aparecen las joyas, las piedras preciosas labradas,
las reproducciones de astros, dioses, demonios, números, signos, etc. Los
materiales empleados en la confección de tales fetiches o hechizos pertenecían
a los reinos mineral, animal y vegetal. Entre los minerales se encontraba la
arcilla, “la piedra de rayos”, el sílex, el rubí, la esmeralda, el oro, la plata,
etc. Entre las materias de origen animal figuran bestias enteras o sus partes,
como garras, dientes, uñas, plumas, grasas, huesos, coral, ámbar, marfil, etc.
En este apartado hay que incluir también partes pertenecientes o afectos del
ser humano, como cálculos biliarias, el primer diente caído de un niño, que no haya
tocado el suelo, reliquias de sentenciado o de una persona muerta en accidente,
huesos y dientes taladrados, astillas de patíbulo, dientes de un ahorcado. El
hombre prehistórico fabricó amuletos redondos con huesos sacados del cráneo por
trepanación. Entre las materias de origen vegetal hay que citar tanto las
flores como frutos, así como semillas, resinas, raíces, hojas, etc., según la
función a realizar por el amuleto. A veces incluso, serían la reproducción
esculpida de tal o cual elemento vegetal, a la que se atribuía tanto poder
mágico como si fuera natural (amuleto imitativo o simbólico).
EL ARTE SECRETO DE LOS TALISMANES
Según la Real Academia de la Lengua, el talismán es “un
carácter, figura o imagen grabado o formado de un metal u otra materia, con
correspondencia a los signos celestes, a la cual se atribuyen virtudes
portentosas”. A distinción del amuleto que es una imagen, figura, piedra,
objeto animal o vegetal, frase sagrada de pequeño tamaño, etc., creada para ser
llevada constantemente encima como protección de ignorados males o peligros o
para obtener alguna gracia especial, como el curar alguna enfermedad o
dolencia. Los talismanes, en cambio, son el sello, figura, objeto o carácter de
un signo astrológico, hecho, impreso, grabado o cincelado sobre una piedra especial
o metal correspondiente al astro o signo en cuestión, hecho que debe ser
realizado en los días y horas favorables del planeta al cual corresponde. Su
función varia en que comúnmente se le emplea como compensador de los efluvios
astrales desfavorables en el horóscopo de las personas que lo usan, o que su
utilidad es preferentemente astrológica. Por lo tanto las diferencias
primordiales entre amuletos y talismanes, aparte de las citadas, consisten en
que los amuletos se usan como preservativo de peligros, enfermedades y maleficios;
son fetiches defensivos, que proporcionan toda clase de beneficios a sus
poseedores y producen hechos extraordinarios. Además para que los amuletos
obren adecuadamente deben llevarse encima. Los talismanes conceden sus
supuestos dones al que los posee, guardándolos donde le convenga aunque no los
lleve consigo. Ejemplos: los talismanes clásicos son las consabidas varitas
mágicas de hadas y brujas, que transforman objetos en seres humanos y
viceversa, a su capricho y antojo, así como la célebre lámpara maravillosa de
Aladino. Otros talismanes famosos son los anillos de Giges y de Salomón.
La voz talismán parece derivar de las expresiones
árabes TILISM oTELSAM, que equivale a “imagen mágica”. Algunas más que viene de
la voz griega TELESMA “rito religioso”, “cremania de la iniciación o misterios,
que según ciertos comendadores de los libros herméticos equivale a “fuerza
astral”. Así como de la voz griega THELMA “voluntad” y TÉLESMA con un origen en
la raíz sanscrita TAL, cuyo sentido es el mismo que el de la voz helénica.
Los talismanes empezaron originalmente entre caldeos
y persas, que les llamarón TSILMENALA y TILSEMOKE. Respectivamente comunicaron
su uso a egipcios y hebreos (estos últimos los denominaron TELEM y TERAPHIM y
luego pasaron a los pueblos de occidente. De Grecia se transmitieron a Roma, donde
alcanzaron gran boga en la época imperial (los romanos los llamaban CORAGI DE
CORAXARE “grabar”.
LA MAGIA DE LOS TALISMANES
“C W Leadheater”, cada persona tiene una clase
especial de vibración mental y astral, y cualquier objeto que haya estado largo
tiempo en contacto con ella, está saturado de estas vibraciones, y puede a su
vez, irradiarlos o comunicarlos a otras personas que lleven dicho objeto o se
lo pongan en íntimo contacto con ellos. Plinio habla Zacelíos de Babilonia, en
el cual había dedicado a Hitríadetes un libro sobre la influencia de las
piedras preciosas en el destino humano. Los hindúes empleaban unos talismanes
llamados TALYS, para que los matrimonios fueran fecundos y poderosos. Entre los
griegos se consideraba el PALADIUM de TROYA como talismán protector de la
ciudad. Entre los judíos cobro especial forma el anillo mágico de Salomón, en
él se grababa el nombre de JEHOVÁ y nada era imposible para el feliz mortal que
lograba poseerlo. Los árabes grababan en sus talismanes frases coránicas o
atributos de ALÁ como en el JEDUIL, ya que tenían la prohibición de reproducir
imágenes o figuras que pudiesen estimular la idolatría. A partir de la Edad
Media, los talismanes más corrientes solían ser unas medallas de metal escogido
de forma generalmente circular, en los que se grababan o cincelaban figuras
simbólicas, rodeados de signos cabalísticos, astrológicos o palabras mágicas,
expresadas éstas comúnmente, en caracteres hebreos, griegos, árabes o sirios.
Maxwell, Dr. (secretos maravillosos, magia negra y
magia blanca). “La fabricación y el uso de los talismanes se remonta a la más
lejana antigüedad, cuando la humanidad empezó a perder el contacto con los
dioses y su conciencia fue oscureciéndose en el mundo celeste, en tanto iba
despertando en el mundo material. Entonces, el instinto le hizo darse cuenta
del tesoro que perdía, ya que se les escapaba el conocimiento de las fuerzas de
la naturaleza y quedaba privado de poder servirse de ellas. Pero los que
poseían aun la suficiente visión espiritual pudieron observar los objetos que,
para su propia naturaleza retenían aquello que escapaba a la percepción de la
mayoría, y procuraron servirse de dichos objetos.
El uso de los talismanes fue tomando un considerable
incremento, se extendió a todas las clases sociales desde la reina Catalina de
Médicis hasta el más humilde aldeano. Es sabido que las radiaciones o
emanaciones de una persona sana obran como un buen talismán para un enfermo. Si
una persona joven, sana, se le condenare a convivir durante algún tiempo entre
viejos y gente achacosa, bien pronto notaría que su juventud se marchita y que
sus fuerza decaen. Por esto ciertos magnates y poderosos de la antigüedad, que conocían
los efectos saludables de tan benéfica influencia, cuando se acercaban a la
vejez, se rodeaban de gente moza, sana, robusta y alegre, con el fin de rejuvenecerse
o por lo menos retardar la ancianidad.
Ciertos autores
admiten el poder de los talismanes, pero atribuyéndolo a la autosugestión de su
poseedor; creen que la fe por sí sola opera el “milagro” y niegan que el
talismán en sí tenga eficacia alguna.
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