ARTIFICIOS PARA EL ESTUDIO
Técnica de estudio que ahorra muchas fuerzas
Estudiar con atención. Con la mayor atención posible. La atención
intensiva es propia del investigador sabio, cuya distracción proverbial no es
distracción, sino una fuerte atención reconstruida en un solo objeto. La atención
extensiva, es propia del maestro, la aplica para ver toda la clase y prestar al
mismo tiempo atención a la materia que explica.
Si la atención no es extensiva, luego, una de dos; o
solamente atiende a la explicación y no nota que toda la clase se distrae, o
bien la nota y se enoja, y con esto pierde el hilo del discurso.
En la vida necesitamos las dos clases de atención, y quien
mejor las ejercite más ventajas logrará. El estudiante no debe ver, oír, ni
pensar otra cosa que lo que está en el libro, mientras que quien anda por la
calle se encuentra en sociedad o va de viaje, tiene que ver, oír y almacenar,
cuanto más mejor.
Puedes entrenarte también en el arte de atender. Algunos estudiantes
se quejan de no tener cuarto silencioso, dónde estudiar apaciblemente. Pues bien;
una voluntad firme es capaz de vencer también en este caso.
Cuéntese del más celebre matemático y físico de la antigüedad:
Arquímedes, que mientras Marcelo, el caudillo romano, situaba la ciudad de
Siracusa en el año 212 a de C., él estaba trabajando tranquilamente en casa un
problema matemático muy difícil.
Los romanos habían ya logrado entrar en la ciudad y él no lo
había notado todavía. Un soldado entró con estrépito en su casa; allí estaba Arquímedes
sentado en el jardín dibujando figuras geométricas. En medio del estruendo y
griterío y desorden del asalto, el sabio había seguido sus cálculos con
tranquilidad, sin darse cuenta de nada. Y aun cuando se le presentó el soldado,
Arquímedes casi no lo notó, y espontáneamente, sin levantar los ojos siquiera
le dijo: “No borres mis círculos”.
¡Si pudieras trabajar con atención parecida! Pues bien; de Arquímedes
podemos aprender las dos cualidades principales del trabajo atento. En primer
lugar, procuraba él abstraerse de los acontecimientos exteriores, que podían
estorbarle, y luego concentraba las fuerzas de su espíritu con admirable
disciplina para consagrarse durante aquella hora exclusivamente a las leyes
matemáticas. Y este detalle es aún más importante que el primero. No es vagar
en la fantasía, ni estar en un cuarto ruidoso o silencioso, sino se pone la debida
atención en lo que se está haciendo.
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