¡FRUSTRACIONES DE UN EX COLABORADOR¡ ¿EL JEFE?



En una bien y ubicada casa en el poniente de la ciudad, era sede de las oficinas privadas de un personaje político. En ella convergían otros políticos de índole nacional, estatal, municipal y de los tres órganos de gobierno.

 En dicha ubicación laboraban de manera no muy distributiva, cómoda y ordenada, distintas personas allegadas al personaje, así como asesores y auxiliares.

Cada uno estorbándose uno al otro; muchos jefes, cero organización, los roces estaban al orden del día.

Había una hora de entrada, claro para los “empleados” todos de una u otra manera ligados a la política, que checaba discretamente el vigilante del acceso y reportaba; pero no para comer y menos para la salida nocturna.

¿Cómo entonces funcionaba dicha oficina? Pues a medias, se alcanzaba algo, pero no se concluida nada.

El EJE era uno, pero el desorden eran todos.

Las audiencias mal planeadas, sin orden alguno, casi con retraso de una hora de por medio.

El organizador de la oficina, el más próximo al EJE, delegaba su función en el adjunto, que nunca pudo resolver nada adecuadamente, ya que su tránsito era sobrellevar a los integrantes de los allegados, pero de intereses contrarios.

Cuando no se planea adecuadamente, se organiza, se pone un orden, se considera la capacidad del número de personas que colaboran, que se reciben, se llega solo a la improvisación, al caos, a la diatriba cotidiana. El resultado siempre será la frustración del colaborador: su empatía y su desempeño.

El jefe de la oficina no respondía, pero tampoco su subordinado. Y eso fue el esquema, si no es sigue siendo en todos los cargos que el EJE tuvo y que no ha podido erradicar.   

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