UNA VARILLA MÁGICA
En
la Edad Media, muchos hombres perdieron su fortuna, su tiempo, y no pocos su
sentido cabal, en busca del medio de transformar metales sin valor en oro
precioso.
El
secreto de la fabricación del oro aún hoy sigue siendo ignorado por los
químicos. Pero con qué facilidad podemos lograr para la vida eterna, hasta con
nuestros trabajos más diminutos y al parecer despreciables, tesoros más
valerosos que el oro.
La
varilla mágica, capaz de dar un valor eterno a nuestros actos, si nuestra alma
desde luego libre de faltas, es ésta: O. A. M. D. G. (Omnia Ad Maiorem Dei
Gloriam: “Todo a mayor gloria de Dios”.
Un
artista pintó un cuadro curioso. Un muchacho está junto a la pizarra y escribe
una larga serie de ceros: 000000000. A su lado hay un ángel que pone el número
1 delante de los ceros. El título del cuadro es: “La buena intención”.
Todas
las obras, todas las palabras, todas los pensamientos de nuestra vida carecen
de valor, son un cero si proceden de la vanidad, del egoísmo, de la comodidad…
Pero las mismas obras pueden trocarse en tesoros si las hacemos con buena
intención, según la voluntad de Dios y a una mayor gloria suya.
Cada
día de nuestra vida se convierte en una mina de oro inagotable si escribimos el
principio de nuestras acciones O. A. M. D. G.
Qué
medio tan sencillo, ¿Verdad?, sin embargo, con él puedes llenar de valor eterno
hasta el trabajo más simple y más ordinario de la vida cotidiana. Mons. Tihamer
Toth
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