CÒMO APRECIABAN LA PUREZA LOS MISMOS PAGANOS
Pitla
tenía que permanecer pura hasta la muerte; y lo mismo exigían al sumo sacerdote
del culto griego, al hierofante. El viajero que se dirigía a Atenas divisaba ya
de lejos el “Partenón”, el templo dedicado especialmente a la virginidad. También
Roma levantó una capilla a la diosa de la pureza. Pudicicia; e hizo acuñar
monedas con su eficie. Es harto conocido el respeto que tenía Roma a las
sacerdotisas que servían a la diosa Vesta y guardaban el fuego sagrado, las
Vestales. En las calles, el mismo Cónsul tenía que cederles el paso; y los que
le acompañaban tenían que humillar con respeto sus insignias oficiales delante
de ellas. Si un condenado a muerte se encontraba con una Vestal, se le
indultaba. En cambio, la caída mortal de una Vestal era considerada como una
terrible desgracia para el Estado, era castigado con pena de muerte y se ofrecían
en tan funesto caso sacrificios expiatorios.
¡Ved
ahí, ni siquiera en medio de las grandes aberraciones del paganismo se perdió por
completo el aprecio de la pureza!
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